Cansado de su quietud, de ser observado y no participar.
Cansado de esperar al ritmo monótono del rojo-verde, rojo-verde de su semáforo vecino.
Nuestro escaparate ha decidido salir a la calle, vestirse muy para la ocasión y disfrutar de Zamora y su gente.
Como visitantes de una ciudad casi dormida, el sábado 6 de Junio, unos maniquíes se han despertado en Santa Clara, calle central de la ciudad, donde todo pasa.
La luz es tenue, casi empolvada como el rosa de los vestidos de la colección de Hortensia Maeso.
– ¿Qué hacemos? nos preguntan. Hacer arte, amar el arte que se fusiona con la fotografía, arquitectura, comercio y moda.
Marisa Silva Berrocal, cámara en mano, busca la luz y le da viva a unos maniquíes deseosos de continuar.
Y nos fuimos camino del Mercado de Abastos, edificio singular de arquitectura modernista que mueve el centro de la ciudad y que nos gustaría se promocionara más.
Gasa, seda, tul, brécol, alcachofas y rojas cerezas… una explosión de color que ni el mejor escaparatista de Harrods podría emular.
Ni mi escaparate ni el objetivo de Marisa pueden captar el espíritu de la gente del mercado, su amabilidad y complicidad con nosotros.
¿Qué nos vais a hacer? preguntaban. Intentar contar al mundo lo excepcional que tenemos, hacer del comercio algo vivo y lo cotidiano, arte.
De regreso, la trapa de la Valenciana se abría y mis maniquíes como niños golosos entraron. Cuántos helados ha visto mi escaparate comer con placer y ahora estaban ahí, en primera fila donde se fabrican las sensaciones más refrescantes y dulces de la ciudad. Toda una “experience”.
No pudimos visitar más sitios, la ciudad bostezaba con la pereza de los sábados. ¿No podríamos despertarnos más?