Hoy he hecho balance de tienda y los números (que no nos llevamos bien) me han dicho que hemos vendido mas vestidos de comunión, que estamos creciendo en la venta de vestidos de novia y claro, los insaciables números me piden más.
Se que hablarle a un balance contable es ridículo, pero debería ser posible. Le pediría que incluyera en su haber, el balance emocional, una partida más distribuida por:
- La cara de ilusión de una mujer al encontrar su vestido de novia

- Lágrimas de una madre al ver a su niña o su niño vestidos de comunión.
- Suspiro contenido de un padre al ver la increíble mujer en la que su hija se ha convertido.
- La algarabía de las amigas de la novia o tremendo bucle de risas y lagrimones!
- Los nervios de las niñas de comunión al probarse.

- Las ganas de jugar de un niño al probarse.
- Los secretos que nos confiesan en el probador, grandes y pequeños.
El probador lo llamamos la habitación de los amigos porque hablamos mucho.

Con los niños no os lo podéis imaginar, aprendemos juegos y visitamos
«El país de No donde esta prohibido decir Sí»

Con las novias es diferente claro, son confidencias de sorpresas que habrá en la boda o tablas de gimnasia o esa maquillaje para las piernas.
Vivimos situaciones muy entrañables tanto con los familiares como con los protagonistas. No es la venta anónima de un día, es la relación que se genera en un proceso de muchas pruebas .
Nada de esto se puede contabilizar, parte se queda aquí en San Miguel y parte se va con vosotros y no en las bolsas o fundas de trajes.

Un balance que no se declara, sólo se siente.