Querida tienda:
Será una de las palabras más pronunciadas por mí. No es una palabra, es un nombre propio como Blanca o María, mis dos hijas.
Tu sabes, que eres también mi hija.Nunca has tenido celos de ellas, al contrario, con ellas has crecido.Y aunque seas mi hija, muchas veces dudo, quién parió a quién, ¿yo a tí? ¿tu a mí? Llegaste a mi como un espejo sin reflejo y ahora tu reflejo soy yo.
Me veo poniendo escaparates sin parar ¿recuerdas los primeros? tardaba horas y horas y nunca te veía lo suficientemente bonita.
Bajar tu trapa cada día, ha sido y es como darle el beso de buenas noches a mis hijas: » descansa, mañana un poquito mejor».
Algunos dias la he bajado enfadada, preocupada y cansada. ¿ Qué madre no se enfada?
Lo peor, cariño, son las noches que me das…¡ Blanca y María ya duermen del tirón, aprende de ellas, bonita!
Pero tu te cuelas por las rendijas o tal vez, piteras de mi mente. Y dibujo tus escaparates, pienso en cómo vestirte y en pagar tus facturas.
Me debes muchas noches, muchas.
Te debo muchos días de energía, entusiasmo, de hacerme evadir del mundo y relacionarme a la vez con él. De conocer a muchas personas, observar muchos comportamientos y aprender de ellos.
Eres una auténtica plataforma para crear. Me has hecho creativa. Me has hecho observadora, me has hecho impaciente.
¿Tu ritmo es muy rápido o la que soy rápida soy yo?
Eres mi hija, tienes a quien parecerte. Menos mal que de tu madrina, Irene, también has sacado cualidades: Estar siempre abierta, siempre disponible para dar lo mejor de tí.
Has crecido en experiencia, te has hecho mujer, y ahora me pides que te vista para tu gran día, que decore tu ilusión, que te cuente todo lo que he aprendido. Y lo haré: Te ayudaré a vestirte en tu comunión, en tu boda, en cualquier acontecimiento importante de tu vida.
Bajo la trapa y te digo: «descansa, mañana será un gran día»